A 100 años de la reforma universitaria

sábado, 22 de septiembre de 2018
La lucha universitaria contra el lobby al saber académico. Iglesia del ayer Corporaciones del hoy
| Por Maximiliano Salomoni 

De los misioneros Jesuitas a la influencia medievalista del Clero Vaticano del siglo XIX. De la Ciencia libre y revolucionaria de la Reforma Universitaria al lobby de las Corporaciones del agronegocio actual.


Al interior de las Universidades Nacionales, hoy, el desafío recae en los hombros de la juventud comprometida e informada, armada así para desafiar al neo liberalismo; capitalismo salvaje, privatista y elitista que compromete, como aquel viejo clero medievalista, los programas de estudio de las universidades, la libre investigación, la democratización de los conocimientos de estos centros académicos. El poder de lobby que ejercen algunas corporaciones extranjeras sobre la investigación y sobre los contenidos de las currículas de carreras universitarias, sobre todo vinculadas al agronegocio, es formidable.

Como resultado de esto peligra el desarrollo científico nacional, en manos de organismos de investigación estatales que no deberían arrodillarse ante embajadas, buitres prestamistas y corporaciones foráneas o terratenientes locales Se suman los impactos a la soberanía alimentaria de un país entero, y sobre todo, a las poblaciones más vulnerables.

La mirada que la historia nos brinda sobre un período revolucionario es una mirada global desde la cual es fácil leer un texto y establecer claramente las demandas, objetivos, posiciones, enemigos y conquistas. Es decir, nos resulta relativamente simple a los lectores ver que durante la Reforma, la lucha fue contra la Iglesia; contra su curia conservadora que se hizo del poder en la Universidad de Córdoba de principios de siglo XX. Como expresa el ya legendario Manifiesto Liminar la lucha de la juventud se levanta contra un régimen, método y concepto de autoridad medieval anacrónico que no quiso ceder y adaptarse a los nuevos vientos.

Pero hoy en día, al interior de muchos claustros universitarios, se lleva a cabo de manera un poco silenciosa y no visibilizada otra lucha, donde la falta de información genera que los enemigos no sean tan visibles, y sus efectos no sean tan conocidos por la mayoría de los estudiantes y poblaciones de la ciudad. Hacia el interior de las universidades: el Lobby del Agronegocio. Hacia la población: Ley de semillas, fumigaciones con agrotóxicos y alimentos transgénicos. Pero vamos a la Reforma de 1918 y la lucha contra la Iglesia.

¿Cuándo decimos Iglesia a qué nos referimos? La Orden de los Jesuitas fue quién fundó hacia 1600 lo que sería luego la Universidad, la dirigieron hasta 1767 ya que la Orden fue expulsada y disuelta por la Corona Española por desafiar los intereses de la curia vaticana y de los mismos monarcas. Recordemos que los misioneros jesuitas, orden de la que proviene el actual Papa argentino (con serios enemigos dentro y fuera de la Iglesia) eran muy criticados por la propia Institución papal por sus métodos pedagógicos “demasiado abiertos”. Por ejemplo: en las 15 reducciones argentinas de Corrientes y Misiones como así también en las 8 paraguayas y en las 7 brasileras, los jesuitas incentivaron a los aborígenes guaraníes a la agricultura, haciendo que cada grupo fuera autosuficiente en cuanto a la producción de sus alimentos. Los jesuitas fueron la primer orden de América en concederles derechos civiles a los originarios. “Para los jesuitas, un guaraní era ante la ley, igual que un gallego o un francés”, Fue además, una orden abierta a los progresos científicos llevando la divulgación de éstos en sus tareas pedagógicas. Los misioneros jesuitas fueron perseguidos y prohibidos. Entonces, debido a la expulsión, la Universidad pasó a la Orden de los Franciscanos. También esta orden tuvo problemas. En 1800 se produjo un conflicto entre éstos y el Clero Secular por la dirección de la institución, lucha que ganó el Clero, se hizo entonces de la conducción de la Universidad. 
Esta conducción extremadamente conservadora afectaba la formación de los estudiantes; programas de estudio propios de universidades medievales, y a la estructura misma de la Universidad. Entonces, comenzó el proceso de la Reforma Universitaria, un movimiento de rebelión contra esta influencia eclesiástica desde la misma juventud estudiantil. Bajo el faro y las banderas de democratización del saber y de las instituciones, de la apertura hacia el conocimiento y la ciencia. Los estudiantes universitarios llevaron a cabo una auténtica revolución.

El despertar a esta problemática poco difundida ocurre de la misma forma en muchas personas… de pronto, al tomar contacto con estos conocimiento ocultados por los medios hegemónicos, se abre una cancela… una puerta a una dimensión desconocida, a una problemática enorme que existe a espaldas de las mayorías, pero cuando uno se informa se ven los intersticios… “Dios sabe cuántos fotogramas se suceden en nuestra percepción diaria. Pero es como si en los breves momentos de los que hablo, de pronto, para nuestro desconcierto, fuéramos capaces de ver entre dos fotogramas y nos topáramos con algo que no estaba destinado a nosotros” (El tamaño de una bolsa, de John Bermer)

El desarrollo del capitalismo salvaje del siglo XX llevaría a una buena parte de la ciencia a ser funcional a las corporaciones de enorme poder que se desarrollaron en los campos de la industria alimentaria, farmacéutica, agroindustria, genética y salud. El círculo comienza bajo la bandera de la ciencia con el formidable poder con que controlan y moldean las currículas de cátedras de universidades públicas y privadas.  Financian, acorde a sus intereses, investigaciones, influenciando lo que se investiga y lo que no se investiga. La formación de profesionales funcionales a sus negocios. Así se refuerza y crece el agro-negocio y su modelo agro-industrial se  replica en lazos con los terratenientes, que usan las semillas transgénicas y les aplican los agrotóxicos en las fumigaciones. Además muchas frutas, verduras y muchos alimentos industriales son o poseen trazas de material transgénico (lecitina de soja por ejemplo). Así la sociedad consume sin saberlo alimentos transgénicos y fumigados con agrotóxicos. Ya que no existe una Ley de Etiquetado en el país que obligue a los productos transgénicos a rotularse en góndola como OMG (Organismo Modificados genéticamente) para que el consumidor pueda decidir si consumirlos o no. ¿Por qué no existe? Por el mismo lobby.

Muchas de estas multinacionales de formidable poder llegaron al país en los 90’. La formación de profesionales funcionales a sus negocios, el desarrollo de la biotecnología aplicada, el negocio de las patentes privadas son sus avances. Hacia afuera de la universidad manejan jueces, políticos y empresas periodísticas. Persiguen a científicos rebeldes, como el conocido caso del Dr. Andrés Carrasco, jefe del Laboratorio de Embriología Molecular (Conicet-UBA); censura a sus investigaciones sobre el uso del glifosato de Monsanto.

Todo esto pone en peligro la calidad alimentaria de la población con los alimentos transgénicos y sus posibles efectos sobre el organismo humano; malformaciones, cáncer, etc. Violan el Principio de Precaución Científico redactado por la UNESCO, por el cual ningún alimento debería ser comercializado para consumo humano si no hay prueba absoluta de su inocuidad. Se viola además el derecho al libre acceso de semillas no modificadas genéticamente, llevando a la extinción por hibridación genética a miles de especies de cultivo, obligando a los campesinos además, a comprar todos los años las semillas a las corporaciones. Ecocidio total de ecosistemas afectados directamente por fumigaciones o el avance de la frontera agropecuaria. Y por si fuera poco el efecto genocida sobre los pueblos fumigados producto del rociamiento con agrotóxicos en poblaciones cercanas a los campos de cultivos, como también envenenamiento por consumo directo en las grandes ciudades de esos alimentos fumigados. Los alimentos fumigados están e todas las verdulerías.   

Todo esto tiene su contrapartida, su revolución silenciosa en manos de estudiantes y profesores de muchas universidades nacionales. En los intersticios del poder se filtran respuestas concretas como la creación de Cátedras de Soberanía Alimentaria (UNLP, UBA, Etc.) desarrollada por los mismos estudiantes y profesores. Convenios con productores agroecológicos para la venta dentro de universidades de alimentos sanos, ferias agroecológicas (UNLP). Dura batalla de algunos centros de estudiantes frente a estas problemáticas. Vínculos con organismos de trabajadores de la economía popular, concientización y desarrollo de investigaciones que debilitan la argumentación científica pro corporaciones. Red de Médicos de Pueblos Fumigados originarios de Universidad de Córdoba pero que hoy incluye a profesionales y estudiantes de diversas universidades del país. Red Universitaria de Ambiente y Salud, y una enorme e incansable batalla, aún bajo la dificultad de lidiar con un gobierno colonial como el actual, arrodillado absolutamente al lobby de estas oscuras corporaciones, que, cual Iglesia del Medioevo, articulan una oscura telaraña invisible casi, de poder, bajo la bandera de la ciencia y el progreso.

En la Universidad Nacional de Quilmes, veo en una callecita poco transitada, un pequeño local de alimentos sanos y agroecológicos; un “Almacén Autogestivo”, impensable en otros tiempos, no puede ser más que otro ejemplo de resistencia. Impulsado por la Secretaria de Extensión de la UNQ y cooperativas de trabajo. Allí me entregaron un folleto… “facilitar el acceso al consumo responsable y de calidad a los integrantes de la comunidad universitaria. Imagen visual fuerte para el ojo enterado de la lucha invisible, plasmada la foto atípica, que me lleva a escribir esto, y que da esperanza de que la revolución es posible.

De la misma forma en que los colonialistas españoles le quitaron a los aborígenes americanos su soberanía alimentaria a pesar de la tarea jesuita, las corporaciones y el cientificismo funcional a ellas, a través del lobby en las universidades y organismos de investigación dependientes de ellas,  intentan quitar a los argentinos nuestra soberanía alimentaria, y a los estudiantes, currículas libres. Es importante aclarar que la palabra Iglesia o la palabra Ciencia no designan a grupos homogéneos y por tanto otorgarles una especie de personería identuitaria para decir… “la ciencia tal cosa o la iglesia tal otra” es reducir a una simple generalización peligrosa además de falsa. Dentro de la Iglesia existen distintas Órdenes con perspectivas y praxis muy distintas y dentro de la llamada Ciencia coexisten también distintas líneas o posiciones claramente opuestas. Es virtud poder separar las aguas para ver con la claridad y saber dónde y quiénes son los enemigos sin caer en simplismos.

Quizás en estos tiempos los estudiantes, ante tales Goliat, se unen con otros frentes, en palabras de Lic Rodolfo Pastore (Director del Depto. de Economía y Administración, UNQ “…con alumnos y profesionales… venimos trabajando desde la Universidad con distintas organizaciones comunitarias, con comedores, con organizaciones vinculadas a la Pastoral social de la Iglesia… para desarrollar el Programa Transversal UNQ Produce y Alimenta” (Video del canal UNQTV de la plataforma youtube) mientras se muestran un plano en la entrevista que dice -frutillas agroecológicas.

  



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