Los Mercantilistas

Por Maximiliano Salomoni






Divulgación Histórica

Por Maximiliano Salomoni

30 | 03 | 2021


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         Ilustración: English and dutch ships taking on stores at a port” (1673)

Autor: Jacob Knijff (1639-1681)

Licencia: Dominio Público




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El Pensamiento Económico Mercantilista




La historia del pensamiento económico occidental llama mercantilismo a la corriente de ideas que encontramos en Europa, sobre todo en Inglaterra, en el siglo XVI y XVII. Se los puede agrupar en dos períodos donde se aprecia un cambio importante en su pensamiento. Por tanto, dividirlos en mercantilismo temprano y en mercantilismo pleno es una forma de abordarlos.

Las ideas del “mercantilismo temprano” se desarrollaron en Europa entre el siglo XVI y principios del XVII. Para ellos la función principal del comercio era incrementar “la riqueza del rey y el estado”, y fomentar el “comercio de ultramar, la navegación, las tenencias de metales preciosos y los impuestos reales”. Focalizados entonces en la acumulación del dinero, para incentivar su circulación, eran partidarios de que el estado usara su poder de coerción: prohibiera la exportación de moneda y pusiera el acento en potenciar exportaciones: fomentado la industria nativa, basada en las materias primas de su propio país, reemplazando así a las materias primas extranjeras, es decir, sacándolas a éstas del mercado inglés. Reduciendo así la cantidad de bienes importados

 


Mercantilismo Temprano


En el mercantilismo temprano encontramos a un vasto número de escritores de éste período que vivieron en diversos países de Europa y se ocuparon de temas económicos prácticos. Estos no eran “teóricos de sillón” es decir abocados a la discutir problemas teóricos abstractos sino que eran mercaderes, integrantes de directorios de compañías comerciales  o funcionarios de comercio y aduana. Eran defensores de la alianza entre la burguesía mercantil creciente y la Corona.

Y aunque los enfoques prácticos no eran homogéneos, si lo era el objeto de su preocupación; basaban su creencia en que si un país tenía un balance comercial favorable esto haría posible para el tesoro real acumular grandes sumas de dinero. Así es que la atención de los primeros mercantilistas ingleses en éste período se focalizó en la circulación del dinero. Esta etapa se caracteriza por una Inglaterra que aún no tenía presencia colonial y sostenía un retraso industrial importante comparado con otras potencias de Europa.

En estos tiempos Inglaterra atravesaba por una situación concreta que debilitaba su economía: lo que sigue fue advertido por Thomas Gresham, uno de los primeros mercantilistas, a mediados del siglo XVI, y la observación es conocida como “Ley de Gresham”: La Corona emitía nuevas monedas con el  mismo valor nominal que las viejas, pero con un contenido metálico menor. Pero como estas nuevas monedas, aunque más livianas que las viejas del mismo valor, estaban legalmente vinculadas al valor que indicaba su denominación, se hacía rentable enviar la vieja moneda fuera del país, ya fuera para acuñarla nuevamente o cambiarla por moneda extranjera. Así,  la mala moneda desalojaba a la buena de la circulación interna y la forzaba al extranjero.

Este envilecimiento de las monedas inglesas los mercantilistas lo vieron como la razón de la depreciación de la moneda inglesa frente a otras monedas como la holandesa.

Los mercantilistas abogaron para que el estado usara la coerción e interviniera directamente en la esfera de la circulación monetaria. Reclamaron que el gobierno emitiera monedas de peso estándar y recomendaron que el tipo de cambio estuviera regulado compulsivamente- prohibición de comprar moneda extranjera a más de un cierto número de chelines ingleses. Pero lo que reclamaron con aún mayor insistencia fue una prohibición a la exportación de moneda de Inglaterra y la adopción de estrictas medidas para detener el drenaje de metales preciosos. Pero este consejo no tuvo efecto.

Así por ejemplo encontramos a Hales Stafford, típico representante del mercantilismo temprano que escribía con una mirada sobre Inglaterra como un país relativamente subdesarrollado, que exporta principalmente materias primas e importa manufacturas terminadas, y sufre bajo el peso del comerciante extranjero. Y son más que nada los fenómenos monetarios los que atraen su atención: para él la fuente de todo mal es el envilecimiento de la moneda y la exportación de moneda.

Para él la razón de esta salida de dinero es el desfavorable tipo de cambio de la moneda inglesa; entonces para detenerlo se requiere, primero, que las monedas sean emitidas de un valor estándar (de manera de dar estabilidad al tipo de cambio) y, segundo, que haya una reducción de la importación de productos terminados fabricados afuera. Y entonces Hales Stafford aboga para que la apreciación de la moneda sea acompañada de medidas que conduzcan a un mejoramiento del balance comercial:

“En todo momento debemos esforzarnos por comprar a los extranjeros no más que lo que les vendemos; porque de lo contrario nosotros nos hacemos pobres y ellos ricos” (Rubin, 2013,p.13)

Esto es central en lo que se refiere a las diferencias con los mercantilistas que vendrían luego: “los mercantilistas plenos” quienes descubrirían que las fluctuaciones del tipo de cambio tienen una dependencia regular y regulada por una ley de un balance comercial positivo o negativo. Pero las ideas “Monetaristas” Stafford, invertían la conexión conceptual entre estos dos fenómenos: en su comprensión, el envilecimiento de la moneda produce un deterioro del tipo de cambio de Inglaterra: de ahí deduce un aumento general de los precios de las mercancías extranjeras que agrava el balance comercial negativo. Careciendo de toda comprensión acerca de la dependencia del tipo de cambio de la balanza comercial, esperan mejorar el primero mediante medidas compulsivas de intervención estatal directa.

Pero además otra diferencia fundamental con los mercantilistas posteriores es no poner el acento en potenciar exportaciones inglesas en pos de mejorar el balance comercial, sino reducir la cantidad de bienes importados.

Entonces, la adquisición de mercados extranjeros para las manufacturas inglesas todavía no existía, tenía como ideal una industria nativa que pudiera conseguir suficiente implantación como para elaborar las materias primas de su propio país y expulsar las de la industria extranjera fuera del mercado inglés.

 


 

El  pensamiento mercantilista pleno

 

Thomas Mun es la encarnación en Inglaterra de esta etapa. El comercio ya no estará centralizado en la cuestión monetaria, la acumulación de dinero en sí, sino en el comercio exterior como fuente de riqueza del país. Mun no va estar en desacuerdo con la acumulación monetaria en pos de acrecentar los recursos a la Corona, pero no será el objetivo primero, sino una consecuencia de desarrollar el comercio mediante el intercambio de mercaderías.

El dinero vendrá al país como resultado de una balanza comercial positiva dada por la navegación y las industrias orientadas a la exportación. Para esto va a oponerse a la acción coercitiva del estado con regulación directa de la circulación monetaria. (Prohibición de exportación de dinero, fijación del tipo de cambio, etc.). Y es que su visión incluirá ya el hecho de que las fluctuaciones del tipo de cambio están reguladas por cierta ley de balance comercial positivo o negativo. Para ello Inglaterra deberá plantarse ofensivamente sobre el mercado mundial: las otras potencias coloniales, reforzando la capacidad industrial nacional y los recursos del transporte marítimo. Pero también abogará por la reventa de productos provenientes de otros mercados. Para lograr esto la salida de moneda debe ser permitida para la compra de materias primas ya sea para su posterior industrialización o para la reventa. Planteado en términos de inversión “luego, al exportar, obtendremos una suma mayor a la que dejamos salir cuando importamos” Solidificando una alianza entre la burguesía comercial y la Corona.

Entonces, veamos lo anterior con más detalle. Los mercantilistas plenos, con Thomas Mun como representante, abandonan el foco en la cuestión monetaria, el comercio exterior se vuelve la verdadera fuente de riqueza del país. Aunque Mun no desdeña el propósito de la acumulación monetaria y el consiguiente aporte de recursos a la Corona, pero no como fin en sí mismo sino como consecuencia del desarrollo del comercio y del intercambio.

Bajo estas nuevas consignas cuando los mercaderes ingleses salieron a la búsqueda de nuevos mercados extranjeros para sus mercancías, las “factorías” locales fueron abolidas. Y una vez que éstos desplazaron a otras competidores internacionales como Italia, establecieron sus propias conexiones directas con el Oriente, sobre todo India donde compraban la producción de las colonias. Pero tenían que enviar dinero contante fuera de Inglaterra por lo que las viejas leyes que establecían una proscripción absoluta sobre tales actividades cayeron en desuso.

El ejemplo más acabado de esto es la Compañía de las Indias Orientales, la compañía llevaba desde la India especias, textiles y sedas, parte de los cuales quedaban dentro de las fronteras de Inglaterra, pero muchas eran subsiguientemente revendidas a otros países de Europa.

Mun no negaba las teorías previas, pero sí criticaba la acción coercitiva del estado que regule la circulación monetaria de manera directa:

 “El medio común por lo tanto de incrementar nuestra riqueza y nuestro tesoro es el Comercio Externo; vender más a los extranjeros cada año que lo que consumimos de lo suyo en valor (Mun, 1954, Cap.II)

He aquí una diferencia fundamental entre Mun y sus predecesores. Para él la moneda afluirá al país como resultado de una balanza comercial positiva. No por medio de las regulaciones del mercantilismo temprano, sino como resultado de una política económica integral dirigida hacia la promoción de las exportaciones, la navegación y las industrias orientadas a la exportación.

Los mercantilistas del período temprano reclamaban la prohibición de la exportación de moneda y una reducción de la importación de mercancías extranjeras; Mun, por otra parte, pone sus esperanzas en el desarrollo de la exportación de mercancías inglesas. Esta diferencia en sus respectivos puntos de vista era ella misma un reflejo de la gradual transición de Inglaterra de una nación que importaba manufacturas extranjeras a una que exportaba las propias.

 

 

Bibliografía

-Rubin, I. (2013). Una historia del pensamiento económico. Trad. Graciela Molle. Buenos Aires: U.B.A. (Cap.4-5)

-Mun, Thomas, “La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior” (1954) México, en Fondo de Cultura Económica de México



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