Manipulación Social

lunes, 15 de octubre de 2018
| Por Maximiliano Salomoni


  La manipulación de las poblaciones  no es un hecho nuevo. La coerción por medio de la fuerza militar o a través del status quo del estado y sus instituciones disciplinarias para lograr influir en la conducta o pensamiento colectivo forma parte de nuestra historia humana desde los inicios de las ciudades estado. Pero en el siglo XX una nueva forma de manipulación de masas se ha ido perfeccionando en sus mecanismos y efectividad, y es de la mano de las empresas de comunicación, y su desarrollo en paralelo, es así como ha ido afianzándose una forma de dominación que no tiene que ver con la coerción explícita sino con su opuesto: la aceptación sumisa y aparentemente “voluntaria” o subliminal, de mandatos de la elite hacia las clases subordinadas.

En una entrevista publicada por Le Monde Diplomatique en agosto 2007, Noam Chomsky aborda este tema. El título de la entrevista: “El lavado de cerebros en libertad es más fácil que en las dictaduras” me lleva, antes que a la realidad, al campo de la literatura: La oposición argumental de dos libros, clásicos ya, sobre control social en un futuro distópico. En 1947 George Orwell, escribía “1984” el libro se basa en  una sociedad dominada coercitivamente, la esclavitud se tiñe de angustia, de trabajo forzado, y sus mecanismos: la telepantalla del gran hermano que todo lo ve -sátira premonitoria del los peligros de los medios de comunicación aliados a un gobierno dictatorial-. Por otro lado “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, escrita en 1932, se basa en una sociedad creada científicamente para erigir un mundo de abundancia y felicidad artificial; a través del placer, de opios, la voluntad de los contentos ciudadanos es controlada. Entonces, la oposición entre los dos libros es aparente, ya que en esencia la finalidad y el resultado es el mismo: el control del pensamiento y praxis de las poblaciones. Y para tal fin, en ambos libros, los medios de comunicación o los discursos comunicacionales, son de vital importancia.
 Aunque como sociedad no hemos llegado a lo descrito en los libros antes mencionados, y esperemos que esto nunca llegue, pareciera que la meta a alcanzar por la élite, es de símil textura. Y para éste tramado, en estas latitudes, el camino no son ya las dictaduras militares que azotaron las décadas pasadas en toda Latinoamérica, sino bajo democracias de baja intensidad inmersas en un capitalismo bárbaro y alienante. Y aunque no es precisamente felicidad lo que tiene para dar el neoliberalismo, los mecanismos de instauración son mediante la elección “aparentemente” voluntaria de los ciudadanos.

 Pero sobre éste supuesto carácter voluntario habla Chomsky en la entrevista. “El sistema de control de las sociedades democráticas es muy eficaz; instala la línea directriz como el aire que respira. Uno ni se percata” “en el fondo es mucho más rendidor que los sistemas totalitarios” “Tomemos por ejemplo el caso de Alemania a comienzos de los años 30. La mayoría de los medios alemanes bombardearon a la población con mensajes que desarrollaban temor en la población hacia quienes supuestamente amenazaban la civilización europea, usando técnicas puestas apunto por los publicistas norteamericanos”

Éstas palabras de Chomsky me remiten al presente del país en donde el partido gobernante llega al poder ayudados por las empresas hegemónicas de comunicación (Clarín, La Nación, Perfil, América y otras) desarrollando una furiosa campaña de desprestigio hacia el gobierno kirchnerista y además un enorme despliegue de armado de discurso visual simbólico y retórico que convirtieron a uno de los apellidos más fuertemente ligados a la corrupción de la patria contratista, Macri, en un candidato paladín de la justicia y la transparencia que venía a rescatar a los argentinos del, ahora, “terrible” gobierno anterior.

Por supuesto que las dimensiones y resultados son distintos, pero existe cierta similitud en el armado de los discursos que dieron como resultado, por un lado el sentimiento de pertenencia aparentemente “voluntario” de ideas de superioridad alemana en las mayorías del pueblo alemán y el odio hacia otros sectores étnicos, y por otro lado, la aparentemente “voluntaria” afiliación a Cambiemos por parte del 51% de la población y su odio hacia todo lo que tiene que ver con el Kirchnerismo.

El panorama es un tanto desalentador en estas democracias que son simbólicas, más que reales, porque el verdadero sistema en que vivimos no se basa en lo político sino en lo económico. Entonces, a la hora de preguntar: ¿en qué sistema vivís? la respuesta: en una democracia, no parece tener asidero alguno sino mas bien, la respuesta más real, tiende a ser: en un capitalismo, y en uno bien bárbaro. Sobre la dictadura del capitalismo y la casi imposibilidad de opción y defensa se refiere Chomsky en su artículo cuando dice: “En este mundo existen instituciones tiránicas, estas son las grandes empresas. Es lo que hay más cercano a las instituciones totalitarias. No tienen que rendirle cuentas al público, a la sociedad; actúan de manera depredadora… Para defenderse de ellas las poblaciones sólo tienen un instrumento: el Estado. Ahora bien, este no es un escudo muy eficaz, pues en general, está estrechamente ligado a los depredadores” Y así es como el gigante del agronegocio Monsanto-Bayer pone su soja transgénica hasta en el chicle Bazooka, la petrolera Chevron sigue saqueando los recursos de la patagonia, las corporaciones del gas y la luz hacen que pagues $5000 pesos de factura, Clarín te deja sin ver futbol los domingos a no ser que pagues casi $2000 pesos mensuales. Y pronto van a cobrar hasta el aire para inflar los globitos amarillos la próxima campaña electoral.

Para finalizar, unas palabras de Chomsky: “Cuando la democracia se haya ensanchado al punto que los ciudadanos controlen los medios de producción y de intercambio, participen en el funcionamiento y en la dirección del marco general en el cual viven, entonces el Estado podría desaparecer poco a poco. Sería reemplazado por asociaciones voluntarias situadas en los lugares de trabajo y donde vive la gente” Esta palabras me remiten a China al siglo Vl a.C. “Un pueblo sabio no necesita ser gobernado” decía el gran filósofo taoísta Lao Tze en su gran libro el Tao Te Ching.

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