Occidente,
cultura de civilidad materialista, que rinde culto al egocéntrico dios
Capitalismo, bárbaro y salvaje, y a la diosa Ciencia Racional, pretenciosa
y altanera. Esta religión occidental, fluye por las venas de sus fieles,
intoxicando sus corazones, estómagos y pulmones, con trabajo enajenado de lunes
a viernes, y se hunde en sus hígados y riñones para olvidar en el
opio-diversión los fines de semana. Sus días son cíclicos tanto como la rueda
de la fabricación en serie de sus bienes y metas de material prosaico que
afecta a sus tristezas, iras, miedos, pensaderas y euforias en exceso.
Pero se auto proclama: laica, dice no ser religión.
Impregna a sus rebaños hasta el empapamiento mismo con la catequesis del no
teísmo. No obstante, capitalismo y ciencia racional poseen, cual dioses,
obediencia no crítica y culto diario sin más. La superflua cotidianidad murmura
voces de sociabilidad programada. El fanatismo hace ciegos a los seguidores que
rechazan el antídoto de la espiritualidad, el remedio natural a la pandemia que
los azota e inmola al mundo material. La riqueza, o su afán de perseguirla, es
la peor sintomatología, infecta a través del papel, llamado también dinero, las
calles, y toma forma virtual en las finanzas y mercados transnacionales.
La falta de espiritualidad los hunde ¡oh pobres
fieles! en la desazón crónica, pues por instinto, la poca cantidad que les
queda sin infectar, les trae de lo más hondo de sus centros energéticos
obturados, el llamado de la naturaleza, que les llega
esporádica-mente a los centros cognitivos como ecos lejanos; algo no les
cierra. Una parte sigue, y construirán seguramente el Mundo Feliz de
Huxley, el nuevo orden.
Otros rechazamos y buscamos caminos alternos. Nos
acusan de anarquistas, contraculturales, metafísicos, sin ser nada de eso pues…
¿Qué es el Tao sino una filosofía práctica de vida? El Tao es realidad
energética sin más, es entender a Nietzsche: "En algún punto perdido del universo, cuyo
resplandor se extiende a innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro
en el que unos animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue aquél el
instante más mentiroso y arrogante de la historia universal".
El camino del Tao, no inventa respuestas,
quisicosas que no pueden resolverse sin forzar réplicas. Dice Lao Tse
“el Tao no puede describirse con palabras” No enuncia, te invita a
dejarte llevar y escuchar a la naturaleza y a los sonidos de universo, no para
analizarlos, sino para unirlos, no para tocarlos sino para fundirse en
sensaciones, no para pensarlos sino para transitarlos, para dejar hacer. Sí
cuestiona, critica y pone en tela de juicio valores, morales, éticas y
construcciones artificiales humanas. Manifiesta que no hay ningún conocimiento
que hunda raíces en la verdad, puesto ninguna verdad del cosmos es asequible al
ser humano. Y por eso Nietzsche habla de “invención”. Por esto el Tao no se
explica, se siente, no se entiende, se experimenta en cada ejercicio de chi
kung, de tai chi chuan, se proyecta en cada golpe del kung fu, se respira en
cada meditación, en cada asana, en el surf, en la música, en la observación de
las aves, de las estrellas, de los mares… en la contemplación de la nada, del
vacío mismo, la quietud llena de plenitud.
A nadie se le dice que hacer, que pensar. Como sí
lo hacen los fanáticos religiosos, laicos o no. Se sugiere hacer sin hacer,
dejar de pensar por momentos, no forzar. Y entonces el universo es dinámico y
se abre en diez mil posibilidades. Seguir al Tao es no ser nada, ningún
"ismo" te estoquea ni define. No existe la diversidad de géneros pues
no existe el género. No hay ley humana que pueda prohibir la transmisión
energética. Sólo la energía ancestral que nace en cualquier momento azarosa e
impensable-mente, en y de cualquier humano, para desarrollar la cadena
evolutiva manifiesta en forma y esencia, heredada de las generaciones
anteriores, almacenada en nuestros seres cuerpo-mente.
Aunque occidente se empeñe con su religión
capitalista-científica en crear cuerpos materiales con poco valor real para
revelarse a la raíz de sus problemas crónicos y cíclicos profundos: su propia
religión consumista y racional. ¡Un poco de Rebelión en la Granja, vamos!
Despertar es animarse a eludir aludiendo sin miramientos a los cerdos ministros
neoliberales que sentencian a los rebaños día a día y los confunde infundiendo
desunión, pariendo desigualdad, creando enfermedades como la pobreza y riqueza.
Porque la pobreza también es enfermedad, y no debe confundirse con humildad,
como la que tenían nuestros gauchos asesinados, nuestros indígenas aplastados,
ellos vivían conectados con la naturaleza, en la humildad que hace grande al
ser humano. Como los ascetas de tantas culturas milenarias, nada sabían de
títulos de propiedad, ni bienes lujosos y ropas caras, ni las necesidades
inventadas por la ciencia racional, ni el tiempo-dinero marcado por el capital.
La pobreza capitalista es otra cosa, es síntoma de la enfermedad materialista.
Al no haber una tradición masiva, difundida del Tao
en occidente, los funda-mentalistas religiosos, laicos o no, de estas latitudes
no lo entienden. Algunos filósofos prácticos, misioneros del Tao intentamos
enseñar el Chi en los campos de batalla: en estas junglas de cemento, aquí
donde reina la religión del capitalismo salvaje y la ciencia bárbara,
civilizada en el exceso de racionalidad.
Pero mejor que escribir… es practicar, pues la
mañana no comienza con un reloj humano sino con el trinar de los zorzales, que
antes que asome sus rayos por el horizonte lejano, invocan al todopoderoso…
nuestro Sol, quien escucha distante, pero cálido, a los diez mil seres de esta
Tierra de AGHUA.
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