Fascismo y Nazismo

 Crisis y Ascenso al Poder en Italia y Alemania




Divulgación Histórica

Por Maximiliano Salomoni

07 | 03 | 2021


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Ilustración: Benito Mussolini y Adolf Hitler

Autor: Muzej Revolucije Narodnosti Jugoslavije

Licencia: Dominio público





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Italia

I.  Crisis y Ascenso al poder del fascismo (1919-1922)


Hacia noviembre del 1918, luego de la Gran Guerra –o como se la llamaría años después: Primera Guerra Mundial-, Italia, que era uno de los países vencedores del litigio bélico, era gobernada por un Estado liberal parlamentario tensionado por varios motivos;

El nuevo fenómeno político de principios del siglo XX, la incursión de las masas en la política, tenía en el país mediterráneo, antagonismos muy radicalizados que irían socavando el orden institucional generando crisis de poder y legitimidad del mismo.

Por un lado, la desconfianza hacia el Estado liberal por parte de sectores de la burguesía y clases media, que antes lo apoyaban fue en aumento debido a cierto sentimiento nacionalista humillado por los tratados post guerra que, en su parecer, no recompensaban territorialmente a Italia como merecía. “El mito de la victoria mutilada” (Gentile, 2002, p. 25) define ésta exaltación de sectores nacionalistas. Esto fue sumando adeptos de diversos sectores: agrario, estudiantes e intelectuales.

También crecía en estas personas “el fantasma del comunismo”. Tal y como el mismo Marx escribe en el comienzo de su Manifiesto del Partido Comunista (1848) "Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo" Así, el miedo a la expansión de las ideas comunistas durante éste período (Bienio Rojo 1919-1920) fue expandiéndose.

Es que en estos tiempos, en medio de una gran crisis social y económica, se fue constituyendo el otro gran movimiento de masas político: obreros y campesinos que entusiasmados por la revolución bolchevique, se organizaban en el Partido Socialista, en los sindicatos y en las organizaciones agrarias.

En las arenas políticas, las elecciones de noviembre 1919 no fueron favorables para el partido liberal gobernante, quien pierde la hegemonía del parlamento ante el avance de los antagónicos Partido Popular y Partido Socialista, ajenos ambos a la tradición liberal. Así, en una serie de gobiernos frágiles los liberales fueron perdiendo legitimidad y votos, sin poder evitar el cansancio de la sociedad hacia su armado político. Sería la radicalización de la grieta polarizada entre comunismo-fascismo, la que generaría el escenario de guerra civil y crisis del orden político italiano.

En 1919 Benito Mussolini, quien curiosamente había comenzado militando en la izquierda, en el Partido Socialista Italiano (del cual fue expulsado en 1914 por su postura belicista), convoca a los veteranos de guerra para realizar una revolución nacionalista. Nace el “fasci di combattimento que es el origen del fascismo” (Gentile, 2002. p 27). Este grupo crecía en integrantes aunados por el intervencionismo y el belicismo. Eran en su mayoría jóvenes que provenían tanto de la izquierda revolucionaria disconforme con el Partido Comunista, como de la pequeña burguesía. Despreciaban radicalmente a las elites liberales, al parlamento y levantaban la consigna del antipartido: convocaron a quienes no se sentían representados por los partidos políticos, exaltaban el activismo violento y la participación de las minorías y combatían a la izquierda no belicista, al bolchevismo.

Pero su fracaso electoral del 1919 hizo cambiar el rumbo hacia la derecha, ampliando y generando una base en la burguesía productiva y en las clases medias que no se sentían representadas por los partidos políticos ni por el Estado Liberal.

Sus consignas: defensa de la propiedad privada, exacerbación del nacionalismo, abandono del Estado liberal y la amenaza del comunismo. Organizados con brigadas armadas muy violentas y poder de convencimiento con propaganda doctrinal, fueron absorbiendo seguidores incluso en las filas que el socialismo había cosechado.

Apoyados ahora por la burguesía agraria y constituida por la clase media, crecieron así, rápidamente durante el 1920. Para el historiador italiano Emilio Gentile, especializado en fascismo, fue la adhesión de esta última, el sector agrario, la que lo transformó en un “movimiento de masas con aspiraciones al poder” (Gentile, 2002. p 30).

En 1921 con éxito electoral en una violenta campaña ganó puestos en el Parlamento. Disputas internas entre jefes locales y Mussolini sobre la transformación del movimiento en partido, conducción y formas de acción -puntualmente sobre la violencia que comenzaba a escandalizar a la burguesía- Mussolini se transforma en su líder, los métodos de violencia continuaron.

En 1922 la ideología fascista toma forma de religión laica con sentidos ritualistas y proselitistas cuyo dogma exacerba la supremacía de la nación italiana basada en el culto al imperio antiguo romano. Su brazo armado la milicia del scuadrismo. Ostentaba el desprecio públicamente hacia la democracia.

Fines de octubre de 1922 la llamada marcha sobre Roma, Mussolini pretende movilización y toma de algunos edificios públicos. No es reprimida. Cuando el presidente liberal (Presidente del Consejo de Ministros Luigi Facta) pide ayuda al Rey para que ordene al ejercito actuar, éste ya había pactado con el Duce: buscando gobernabilidad ante el caos social y el supuesto peligro del comunismo, la pérdida de poder del gobierno liberal, la crisis interna de los demás partidos -y la violencia continua a que eran sometidos por el scuadrismo- se intenta aplacar al fascismo incorporándolo al poder: absorber sus bases y agotarlo.

Habiendo aceptado, Mussolini, la noche anterior a la marcha sobre Roma, se compromete a respetar al poder tradicional. Mussolini no llega al poder por un triunfo electoral, sino mediante una invitación a la coalición. La marcha es usada como acto de demostración de fuerza. El presidente deja su cargo mientras los fascistas con el apoyo del Rey, que no decreta estado de sitio, realizan una insurrección simultánea en toda Italia. 

Mussolini el 31 de Octubre constituía el nuevo gobierno.



Alemania

II. Crisis y Ascenso al poder del nazismo (1929-1933)


 En Alemania, o República de Weimar -llamada así hasta 1933- Paul von Hindenburg, militar nacionalista de orientación monárquica, asume como presidente sucediendo a Friedrich Ebert en el 1925, quien enfermo muere. A pesar de su formación militar, Hindenburg, seguiría fiel a la democracia. En 1928 Hermann Müller es Canciller de Alemania al mando de un gabinete de coalición.

En 1929 comienza la crisis económica fruto de la recesión mundial -ocasionada por el crac de la bolsa estadounidense que ahogó la democracia de Weimar. Así, no fue un proceso interno el que desató la crisis alemana, sino la fuerte dependencia de su economía a los préstamos internacionales que cesaron ante la crisis internacional y hundió a la mitad de la población en el desempleo y pánico. Había que realizar los pagos a la reparación fijada en el Tratado de Versalles, donde se obligaba a la nación a recompensar económicamente a los vencedores de la Gran Guerra. En el mismo 1929 la escalada de desempleo era altísima y comienza la crisis del subsidio de desempleo y dado las divisiones y las intransigencias internas entre sindicatos, empresarios y políticos, la coalición que tenía a Muller en el gobierno cae.

Al revés de la Italia ganadora, Alemania perdió la guerra, pero, al igual que en Italia, el descontento de la derecha nacionalista manifestaba incordios cada vez más visibles. En este caso, por las condiciones impuestas tras la Primer Guerra Mundial: la pérdida de territorios, al pago de reparaciones de guerra y la leyenda de la puñalada por la espalda (que atribuye la derrota de Alemania a asuntos internos -traición de comunistas y judíos, más que a una falla geoestratégico militar), humillaban su nacionalismo y sería el humus que abonaría el acercamiento de estos sectores al nazismo.

En 1930 surge un gabinete presidencial que responde a las antiguas élites económicas liberales y aliadas a los militares de la época imperial, que fueron debilitando el rol del parlamento –utilizando el artículo 48 de la Constitución que le permitía gobernar por decretos- a la par que con medidas deflacionarias empeoraron conscientemente la situación económica y laboral priorizando el cumplimiento del pago de las reparaciones (Plan Young y Moratoria Hoover).

Otro factor para el colapso de Weimar, al igual que en Italia, fue el emergente del movimiento de masas, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha: y en éste último extremo, en torno a la figura carismática de Adolf Hitler. Éste representaba un cambio respecto a la política democrática, a quienes se culpaba de la crisis. Prometía solución a la dramática situación socioeconómica.

Así, a partir de 1930, Hitler (quien en 1925 fundó el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán -NSDAP) fue extendiéndose por toda Alemania entre las clases medias bajas rurales y de pequeñas ciudades y luego ganando terreno entre protestantes, profesionales y clase media alta, poco en la clase obrera. En 1930, ya con el apoyo de grandes industriales, se convierte en el segundo partido de importancia.

En 1932 hubo tres elecciones, las primeras las parlamentarias, los nazis sacan el 38% pero no más del 50%. En elecciones presidenciales de mediados del 1932 gana Hindenburg. Hitler pierde por bastante diferencia. Hacia fines de año nuevas elecciones, mantiene el caudal electoral pero no aumenta. Por tanto los resultados a lo largo de este año no le daban una clara posibilidad de disputar el poder alemán, además también el P. C. si bien, tenía menor caudal pero suficiente y en crecimiento como para generar una polaridad importante entre ambos partidos.

Hindenburg fue contrario a Hitler desde siempre, pues su pertenencia a una derecha más aristocrática, diferente a la derecha hitleriana, hacía que su desprecio fuese público hacia los nazis. La crisis económica y social en tanto ganaba las calles tanto como la violencia y los enfrentamientos entre paramilitares de derecha y de izquierda y las divisiones entre la oposición a los nazis llevaban al borde de la guerra civil a Alemania. El gobierno era incapaz de resolver estas tensiones.

A principios del 1933 el miedo al avance comunista -y ante nuevos fracasos y efímeros cancilleres-, políticos, empresarios y agricultores poderosos coaccionaron a Hindenburg, bastante debilitado, para que éste, con disgusto, eligiera a Hitler como Canciller de Alemania, y así ocurrió el 30 de enero de 1933.

Llevado por la fragilidad del gobierno y la necesidad de acuerdos políticos, es posible que hayan creído que iban a poder manejar al nazismo por no tener experiencia de gobierno. 

Así Hitler no llega al poder por haber ganado elecciones sino por un acuerdo político. No fue por un camino recto de derechización del pueblo alemán, ni por victorias electorales del partido nazi, que nunca fueron suficiente para ganar las elecciones. 



Bibliografía

- Gentile, Emilio, Fascismo. Historia e interpretación, Madrid, Alianza, 2002. (cap. 1, “El fascismo. Un perfil histórico”, pp. 23-50).

- Fulbrook, Mary, Historia de Alemania, Cambridge, Cambridge University Press, 1995. (cap. 6. “Democracia y dictadura. 1918-1945”, pp. 215-284). 




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