Texto | LA CIÉNAGA (MARTEL, 2001)

Análisis del Film como Fuente de Época e Interpretación de la Metáfora desde el Tiempo Circular Chino.

por Maximiliano Salomoni 


Introducción

 

El siguiente artículo propone un encuentro entre el film La Ciénaga (2001), de la directora argentina Lucrecia Martel, con un análisis de la obra cinematográfica como posible fuente histórica del contexto cultural, político y económico de los años previos a la Crisis del 2001. Y además, se propone una interpretación del discurso metafórico de la película, potenciado desde su estructura narrativa, dramática y espacio profílmico, desde una concepción de tiempo circular, específicamente, desde la teoría china tradicional. Se presentan aquí las dos trazas de estudio.

 

La Argentina, sobre el final de la década de 1990, experimentaba las resonancias expansivas de una inmersión de la política-económica en la profusa decadencia del modelo menemista. Carlos Saúl Menem, ganó las elecciones presidenciales con promesas de caudillo popular, y en su primera gestión (1989-1995) su política económica la llevaron a cavo ministros de economía que aceptaron un alineamiento con E.E.U.U. y sus mandatos (Consenso de Washington, FMI), y el Banco Mundial: Néstor Rappanelli asume el ministerio de economía, luego de la muerte del primer ministro de economía Miguel Ángel Roig. En un marco de hiperinflación, llevó a cavo endeudamientos y privatizaciones con la Ley de Reformas de Estado, luego Erman Gonzales agravó la recesión y despidos, su Plan Bonex confiscó depósitos de ahorrista. Luego Domingo Cavallo y su Ley de Convertibilidad logró estabilidad económica al costo de privatizaciones de empresas estatales, desregulación de la economía y endeudamiento, hasta el 96’ que asumiría Roque Fernández quien mantuvo la convertibilidad, agudizando el conflicto social con desocupación creciente. Los beneficios del menemismo sólo alcanzaron a algunos sectores de la sociedad: las clases media-alta y alta. Así, el nivel de vida conseguido por unos, contrastaba cada vez más con el empobrecimiento de los sectores populares. El modo de vida de la parte de la sociedad que se benefició económicamente, se caracterizó como un modelo cultural frívolo y consumista: la llamada fiesta menemista: “El lujo, el despilfarro, los viajes al exterior de la clase media acomodada” (Anton, 2010, p7),  mientras las clases populares sólo eran invitadas a ver el exitismo reinante, mediante una fumigación constante de programas snobs de los medios concentrados de radio y televisión, recién privatizados, o en las revistas sociales de farándula y política de la Capital Federal. Pero esta realidad tenía un ancla corta. Lo que parecía estable en superficie, pronto comenzaría a hundirse. Y es que en la profundidad, sus bases estaban montadas sobre la entrega de la soberanía, un saqueo que saldría caro al país. Era éste el acto final del proceso que comenzó con la Dictadura Cívico-Militar del 76’, y que el historiador y economista Mario Rapoport denomina: La etapa de endeudamiento externo y auge de la actividad rentístico-financiera (Rapoport, 2009), ciclo que terminó en la Crisis del 2001. Así, la aplicación por parte del gobierno de Menem de los postulados del Consenso de Washington y las recetas del FMI -que implicaban desregulación general de la economía, apertura y penetración irrestricta de capitales extranjeros, reducción del estado, privatizaciones de empresas públicas, atraso cambiario, aumento brutal de la deuda externa-, sumado esto a recesion producto de crisis externas: Efecto Tequila, depreciación del Real, la crisis en Rusia y en el Sudeste Asiático. Todas estas realidades componían un cuadro resultante de industricidio nacional generalizado, y a la vez, una concentración de la economía en pocas manos. En la segunda presidencia de Menem (1995 - 1999), la economía entraría así en una fase negativa impactando a todos los sectores de la ciudadanía, más aún, en aquellos nunca habían podido disfrutar de ningún beneficio. El fin de la convertibilidad, construida por el autopercibido tecnócrata-liberal Domingo Cavallo, llegaría al gobierno nuevamente como Ministro de Economía de la Alianza (1999-2001). El Mega-Canje de Deuda, hecha por Cavallo, Federico Sturzenegger y otros, y, el Plan de déficit Cero con ajuste y devaluación -del FMI y Cavallo-, dieron paso al Blindaje y Corralito de, nuevamente, Cavallo, para culminar en el estallido y crisis en diciembre del 2001: “Desde 1998 la economía argentina comienza a dar muestras de una crisis inevitable que va a estallar tres años más tarde” (Rapoport, 2009, p.15). Los argentinos y las argentinas, en su gran mayoría, veían como descendía su nivel de vida ante el aumento de la desigualdad social por pérdida del poder adquisitivo, por la baja de salarios, por la pérdida del empleo. La corrupción generalizada de los tres poderes de la nación y de los grandes empresarios, junto al deterioro institucional que vivía el país -educación, salud, previsión social,- eran el marco para el aumento imparable de la pobreza en los sectores más desprotegidos y del deterioro las clases medias, e incluso media-alta, que veían la decadencia avanzando sobre las aspiraciones socio-económicas de otras épocas: “Las consecuencias más terribles de las políticas de ajuste estructural se produjeron en el plano social, generando incremento de la pobreza, la miseria y la desigualdad social” (Ansaldi, 2006, p. 555). La situación socio-económica y cultural, comenzaría un nuevo ciclo luego del estallido de la Crisis del 2001 y de la normalización institucional colapsada por la crisis. Interesa en este trabajo indagar sobre la eventual potencia del film La Ciénaga como recurso para un acercamiento socio-histórico. Para Rosenstone, los films como versiones de la historia, generan la posibilidad de recreación del pasado. Más allá de lo acontecimental en la trama ¿Es posible que La Ciénaga sea una fuente de valor histórica para indagar sobre el clima de época previo a la Crisis del 2001? Si esto es así ¿cómo lo logra, mediante qué recursos?

 

Con respecto a la concepción de la historia circular, para poder definirla, primero hay que separarla de algunos errores de interpretación. No significa un proceso cíclico que vuelve exactamente a un mismo punto de partida y se repite cabalmente igual, sino que, se trata de la valoración de patrones de repetición que coexisten con procesos de transformación y cambio. Un nuevo ciclo no será exactamente igual: otros acontecimientos surgen y se materializan. Diversas culturas orientales, y también americanas, poseen concepciones de un devenir temporal circular. Incluso en el campo de la historiografía Ibn Jaldún desarrolló una filosofía de la historia basado en patrones observables de repetición. Pero es la cultura china, la clave que se tomará en este trabajo para tratar de definir un ejemplo concreto de una concepción de tiempo circular. En palabras de F. Cheng, discípulo de Lacan[1]:

 

La forma en que el vacio mediano (Wu Chi) conecta todas las cosas nos permite captar todo el movimiento circular del Camino donde todo se reúne con todo (…) En cuanto al tiempo, es igualmente wu quien nos enseña que su curso no es necesariamente unidimensional y a pérdida. Es reversible, gracias al poder de transformación que posee, a imagen y semejanza de un rio que sólo aparentemente muere en un océano sin retorno (Cheng, 2022, p. 21).

 

Para entender esto, es necesario estudiar ciertos términos de la cultura china que expresan concepciones milenarias y que llegan a nuestros días. En cuanto al “vacio mediano” (o vacío primigenio o primordial), que menciona Cheng es el Wu Chi (無極): aquella fuerza o energía creadora que, además de ser origen, es constitutiva y dinamizadora de la realidad. Esta idea, presentada por Cheng a Lacan, logró fascinar al psicoanalista francés: “los dos pensadores concibieron la noción de vacío no como algo vago e inexistente sino como un elemento dinámico y activo” (La Nación, Agosto, 2008). Para quienes conocen los planteos de Lacan, el concepto de Wu Chi, el vacío primordial, es similar a aquello que conecta el AyB lacaniano, pudiendo existir una fusión entre A B sólo por el conector y que construye y transforma dos entidades, antes separadas, y que ahora conforman una unidad AyB:

 

“Sin ese vacío central actuante no hay posibilidad de movimiento, de construcción, de creación. Vacío como fuente de oportunidad, de despliegue, de escritura, de pintura, del arte de hacer” (Lamata, UBA).

 

Para el pensamiento chino, influido por el taoísmo milenario, el Wu Chi, el vacío primordial, es aquello que genera la materialidad, o existencia, pero además, no deja de ser constitutivo de la misma y transformador de esa realidad, éste acontece en un movimiento y cambio permanente de todo lo materializado. No es un concepto religioso o místico solamente, el taoísmo es efectivamente una religión en muchos países de Oriente, pero los conceptos son anteriores a la conformación de la religión taoísta, conceptos milenarios que fueron debatidos, sintetizados y plasmados en distintas escuelas de pensamientos que surgieron entre 770 y el  221 a. C entre los períodos Primaveras y Otoños y Reinos Combatientes, donde surge el naturalismo yin-yang, el moísmo, el confucionismo, el legismo, la escuela lógica, y otras líneas de pensamiento.

Feng Youlan, historiador y filósofo chino (Universidad de Beijing, Universidad de Columbia) aclara: “La gente ha estado acostumbrada a decir que en China había tres religiones: el confucianismo, el taoísmo y el budismo, pero el confucianismo, no es una religión. En cuanto al taoísmo, hay que hacer una distinción entre el taoísmo como filosofía, llamada dao jia (la escuela taoísta), y la religión taoísta (dao jiao) (Youlan, 1989, p.35). Y hoy en día no sólo los conceptos como Wu Chi nutren a las culturas orientales de diversos países, plasmándose y nutriendo al arte, a la política, a la economía, a la diplomacia, a la guerra, a la paz. Esto permitió que, en la actualidad, el propio Partido Comunista Chino, luego de la muerte de Mao Tse Tung, dé un giro de apertura y asimilación con ideas culturales milenarias, e integre a su base marxista, concepciones del taoísmo o el confucionismo. Una posibilidad para acercarnos a interpretar, con elementos de nuestra cultura, el concepto de Wu Chi como fenómeno energético, y no como un dios a la manera de las religiones judeocristianas, son las teorías modernas de la física sobre el origen del universo. Capra, físico cuántico y Reeves, astrofísico, comparan al concepto energético Wu Chi con el momento anterior a la explosión del Big Bang, y a la constitución atómica misma de la realidad resultante:

 

La unidad básica del Universo, no sólo constituye el rasgo central de la experiencia mística, sino también ha resultado ser una de las más importantes revelaciones de la física moderna. Se hace ya aparente a nivel atómico (...) y de las partículas subatómicas (...) La unidad de todas las cosas será un tema que se repetirá una y otra vez en la comparación entre la filosofía oriental” (Capra, 2000, p.52).

 

Entonces, tenemos un concepto llamado Wu Chi que refiere a una Unidad o Vacío, que es una fuerza creadora y constitutiva de la realidad, que no necesariamente es entendido como algo religioso o deísta, y que da entidad a todo cuanto existe. Pero su carácter creador y constitutivo no sólo refiere a un instante de creación sino que es permanentemente transformador de la realidad misma. Es importante no confundir la idea de vacío que tenemos en Occidente: como ausencia de algo. Vacío para el pensamiento chino es, para definirlo sencillamente: algo que existe en potencia y que aún no se ha expresado o materializado. Nuevamente la física nos sirve como analogía: sería algo parecido a la diferencia entre fuerza potencial, por ejemplo en un resorte estirado, es decir en tensión, anclado en sus dos extremos, y la fuerza cinética que se expresa cuando se libera uno de sus anclajes. Al soltar un extremo del resorte y liberar su energía potencial, se convierte en movimiento. Entonces, en el pensamiento chino, el Wu Chi o vació original, la energía contenida, o en potencia, finalmente se expresa y materializa en la realidad resultante. Y lo hace a través de otra de las teorías más conocidas de Oriente: el binomio Yin-Yang (陰陽). Se enuncia aquí la naturaleza dual de todo cuanto existe en el universo: cielo y tierra, sol y luna, lo alto y lo bajo son un ejemplo claro. Pero también los polos + y – de la corriente eléctrica, el componente x e y del ADN, el crecimiento morfológico dual de las células apicales de todas las plantas, etc. Todo cuanto existe, tiene en esencia, o se comporta, de forma dual. Pero, en esa realidad no deja de estar presente el Wu Chi, en su devenir: su Wu Wei, el último de los conceptos aquí descriptos. El Wu Wei (無為), que traducido seria: hacer sin hacer, hacer sin forzar, implica la idea de cambio, la naturaleza dinámica de las cosas, expresa movimiento que, cuando tiende al equilibrio, fluye sin forzar, como el agua erosionando lentamente una montaña, o un rio adaptando su curso para esquivar un accidente geográfico que lo obstaculiza. Sin forzar el universo es dinámico, evoluciona, la realidad cambia constantemente. Y una de las características del cambio es su naturaleza cíclica, retorna siempre al punto inicial, así lo afirmaba Lao Tze (老子), filósofo del siglo VI a.C., clave para el taoísmo, respecto del movimiento del Tao, alejarse constantemente es regresar al punto de partida: “Se dice que lo que viaja lejos regresa” (Scott Wilson, 2012, p. 80). Lo que es Yin cambia, muta, a Yang para volver a ser Yin y así sucesivamente. Así lo expresa el conocido símbolo del Yin-Yang, llamado Tai Chi (太極). En las ideas taoístas encontramos el fluir de la historia circular como motor. El concepto de cambio está ligado a los principios de la alternancia de los ciclos complementarios yin-yang que nutrieron a la cultura de la etnia han (la mayor parte de población china) durante milenios, y también a otras culturas orientales.

 

Pero el pensamiento chino -al margen de la ideología- tiene raíz taoísta. En el símbolo de ying y yang, el negro entra en el blanco y viceversa en armonía complementaria: es una unidad. La dualidad griega es A o B. La china: A y B. Por eso el Lejano Oriente asimila mejor el cambio y se adapta a la circunstancia. Ya el marxismo había tenido que trocar allí proletariado por campesinado -cambiando su fundamento- y ahora suplantaron “economía planificada” por otra de “mercado a la manera china”: un capitalismo de Estado (Varsavsky, Abril, 2021).

 

Desde la formación de las primeras comunidades agrícolas del neolítico aldeano chino, la concepción circular de la historia basada en la observación de los ciclos de la naturaleza, las estaciones del año y sus energías, cobra un rol fundamental para el desarrollo de la subsistencia del humano. Pero además, toda la cultura; la medicina, el arte, la política evolucionaron sobre los conceptos de wu chi (vacio) wu xing (五行        5 estados del cambio), wu wei (el cambio desde el hacer sin forzar), en una idea de virtud que no busca los extremos, sino la armonía. Aquí la concepción del tiempo y el cambio no es lineal y progresivo, sino que es circular. No hay un estadio a alcanzar y perpetrar. No hay un horizonte mejor, lejano, tras el que correr. No hay un tiempo que se pierde y gasta. El acento de importancia no está en el futuro sino en el presente. Hay una constante, el desarrollo del Wu Chi, hay un retorno, que abarca tanto el plano energético y sus implicancias climáticas, estacionales, como su impacto en la salud, en la ciencia, en la vida-muerte, y en las manifestaciones culturales de todo tipo. Hay una forma; entre el caos y el orden, la armonía mediante el wu wei. Lejos está de significar esto una repetición de la misma historia al infinito, como podría conceptualizarse desde ideas como el eterno retorno de Nietzsche. Lo que hay es un transcurrir del tiempo en la vivencia de la experimentación, que permite dinamismo y cambio, innovación y búsqueda, pero siempre, para volver al Wu Chi, pues el mismo concepto abarca al pasado, presente y futuro. Para acercarse a la comprensión de concepciones circulares del tiempo es importante de-construir la idea del tiempo progresivo y lineal como algo lógico-natural, para verlo como una construcción social. La Teoría de la Selección Natural de Charles Darwin llevada y readaptada al campo humanístico, el llamado “darwinismo social” creó una idea unilineal del progreso simbolizado, icónicamente, en la imagen gradual de evolución del mono al hombre. Hoy en día, en el campo de la biología, las teorías han reformulado este gradualismo lineal:

 

No existe semejante dirección lineal. La evolución es más bien irregular y arbustiva y muchas de sus ramas se han extinguido (…) la selección natural ejerce su papel a nivel de las especies y no en forma de lucha por la supervivencia entre individuos (Lenay, 1994, pp. 79-81).

 

Pero en el imaginario occidental del campo social, la concepción del progreso unidimensional sigue vigente. El darwinismo social decimonónico, con una fuerte impronta racista, fue usado por las corrientes positivistas para fundamentar la supuesta supremacía de la “raza” blanca europea, sobre otras “razas” vistas como inferiores, sino también para justificar la competencia capitalista: la idea del más fuerte ganándole a los débiles. Este pensamiento sigue vigente en muchos grupos e individuos de derecha: tanto de grupos supremacistas, fascistas y también de líneas liberales actuales. Por otro lado, también es la base ideológica -la idea del progreso unidimensional que imprime su movimiento de avance dialéctico- en distintas corrientes del pensamiento de izquierda. Se impone entonces, en las dos grades tradiciones occidentales que mantienen su influencia en el pensamiento actual de Occidente: el liberal y el marxista. De la barbarie a la civilización, del capitalismo al socialismo. Ambas tradiciones imprimen un camino de cambio progresivo y lineal del tiempo. Hay que sumar la concepción hegemónica de las líneas religiosas judeo-cristiana. El camino hacia el cielo o hacia el infierno, dónde se encuentra el fin último de la existencia. Pero además, esta concepción del tiempo se encuentra arraigada a nivel masivo en la idea misma del devenir temporal: la visión cultural del reloj, avanzando a pérdida, y ligado tanto a la productividad y a lo laboral como a las rutinas de la vida misma de las personas: “El capitalismo convierte al propio tiempo en una mercancía” (Byung-Chul Han, 2023, p.14). Por todo esto, la idea del tiempo y de la historia como un recorrido unilineal y progresivo está internalizado y naturalizado en Occidente desde distintas ópticas. Para focalizarnos aquí en el séptimo arte ¿Cuánto de esta visión progresiva lineal del tiempo ha influido en la trama de la mayoría de los films? Rosenstone señala que las películas dramáticas narran la historia bajo un mismo modelo de estructura narrativa: comienzo, desarrollo y final (Rosenstone, 2007). Es decir, el desarrollo avanza, hacia adelante, hacia un final, que es el resultado de lo que acontece previamente. Esto se condice con la idea de progreso, y lo hace mediante el acontecer de un argumento o suceso principal, del cual todo lo demás depende, y que empuja a la trama a la resolución, es decir, es un avance unilineal del tiempo. ¿La Ciénaga propone un camino distinto? Es posible constatar aquí una trama con un progreso que no sea unilineal? ¿Es posible encontrar interpretaciones de tiempo circular?  

 

 

Desarrollo

 

Marc Ferro encuentra en los films un valor substancial que radica en permitir un acercamiento socio-histórico a los espectadores: “ver al cine como un documento de historia” (Ranaletti, 1998, p.97). Por otro lado, Rosenstone, problematiza la función del film como reflejo del pasado y afirma que su valor está en la recreación misma que el director o directora hace del pasado. La visión que poseen y su forma de plasmarlo en un film, lo asemeja al historiador y sus producciones escritas.

 

En contraste con Ferro, mi interés primordial es entender como el cine puede construir un significado a partir de las huellas del pasado. Conozco el argumento de que cuando hablamos del pasado, estamos además hablando del presente, las mejores críticas de filmes históricos deben admitir la condición dualista (pasado-presente) del discurso histórico (Rosenstone,  1997, p.102).

 

Esta concepción, se halla en sintonía con la finalidad de la enseñanza de la historia: ir al pasado para intentar conocer algo sobre él, pero además para que nos permita extraer claves para entender el presente. Por tanto, el valor histórico de un film no radica tanto en verlo como un muestrario de época, sino en ver la versión de la historia que propone el film, y esgrimirla como disparador para problematizar, tanto el pasado como el presente. Y a los fines de encontrar rastros e indicios de un pasado o contextos culturales distantes que sirvan además para reflexionar sobre el presente, no resulta trascendental si el director/a tenía o no una intensión puntual de convertir su obra en una fuente histórica. Pueden rastrearse huellas aptas para la problematización histórica aún en películas no preconcebidas como históricas. Si una película plantea una ficción argumental pero que reconstruye un clima de época o aspectos culturales, materiales o ideológicos, que existieron y que puede ser materiales de estudio para historiadorxs, será factible de considerarse como fuente. Sabrán éstos analizar, con criterios del oficio, y tomar aquello que otorgue valides como fuente histórica al film. En este sentido el mismo Ferro también plantea que existe una visión fílmica de la historia:

 

Lo que me interesa no es el pasado, sino la ligadura, la relación profunda entre el pasado y el presente (…) en realidad todos los cineastas poseen una ideología -la que sea- y lo que quieren son métodos para realizar, métodos para traducir esta ideología (Ferro, 1995, pp.1-5).

 

En el caso de La Ciénaga, veremos a continuación si se reconocen en su narrativa y construcción dramática una versión de la historia. Si logra crear el verosímil histórico del film y con qué recursos artísticos e ideológicos.

  

Estructura narrativa no lineal. La Metáfora de Tiempo Circular.

 

Se comenzará el análisis por su estructura narrativa. Desde su mismo nombre: La Ciénaga, edifica una idea central: una primera impresión a una aparente inmovilidad, un sugerido y sofocante empantanamiento.

Esto efectivamente se evoca desde lo argumental y visual-sonoro mientras se desarrolla el film, pero, y aquí hay un rasgo sumamente singular de la película, será la estructura narrativa misma el pilar de efectividad para potenciar la metáfora de aparente inmovilidad. Deja de lado la clásica fórmula: introducción, nudo y desenlace, para plantear una evolución de la trama que no avanza de forma lineal, ni tiene un norte como desenlace. Se propone aquí esquematizar la estructura en tres secciones.

 

Figura 1:

Esquema de estructura narrativa.


El film propone un desarrollo de la trama en dos puntos de tensión máximo y en medio, microhistorias paralelas y conectadas, luego del segundo punto de máxima tensión hay un final abierto, pero que tiene una propuesta de interpretación circular a través de la metáfora. En un primer acto, que podría, con cautela, denominarse “introducción” ocurre una primera tensión máxima que actúa como detonante para relacionar a los personajes, un punto de conexión, y dar continuidad a la trama. Luego todo deviene y transcurre en un segundo acto, diluido como tal, en términos clásicos, ya que acontecen conflictos tan domésticos e íntimos que, de no saber que todo está exactamente compuesto por la directora, podría pensarse en reminiscencias del género documental de observación o cine directo, por el grado de naturalidad en que se presentan los hechos, con cámara en el lugar que atestigua y: “ancla el discurso en las imágenes de observación que sitúan el diálogo y el sonido, en un momento y lugar histórico específico” (Nichols, 1997, p. 73). Sin embargo es el talento meticuloso de Lucrecia Martel el que logra este efecto de realismo íntimo. Este segundo acto, está compuesto entonces de microhistorias dentro de un mismo entorno familiar, con pequeñas tensiones y dramas que avanzan en un orden cronológico temporal coherente, es decir, la alternancia de días y noches ocurren, pero los microconflictos que ocurren en paralelo, y sin que se pueda ver un camino hacia un conflicto que los integre, a la manera clásica, en una orientación progresiva que resuelva en una conclusión. Existe una transformación de la trama, pero el devenir no lleva a esperar un desenlace. De hecho, sólo vuelve a lograr un punto de tensión máximo sobre el final, y lo hace de forma inesperada y abrupta, sin una aparente u obvia tendencia o camino hacia él: No son los acontecimientos previos los que generan este giro en la trama. Se puede entonces conformar aquí otro acto, el tercero, que constituyen el final, pero que de ningún modo acontece como resolución de lo anterior. La linealidad progresiva no se plantea aquí. Y de hecho -otra particularidad del film- una vez concluida la película, allí el espectador puede conectar escenas y planos y develar una intención de una forma circular, que conecta, con metáforas que se reconocen ahora como indicios que vuelven ahora a conectar el final con el comienzo. Podría hipotetizarse que la trama pareciera avanzar por sustitución, dado el tercer acto parece no tener relación alguna con primer acto. No hay una evolución progresiva y lineal hacia, sino yuxtaposición de situaciones de trayectos casuales. Pero no es por sustitución, dado que el film si logra plantear una evolución progresiva de los acontecimientos, sólo que no es lineal (introducción, nudo y desenlace). Es el uso de la metáfora lo que permite interpretar esa evolución progresiva en el marco de un tiempo circular: La escena final evoca a la escena del comienzo. Sólo que la escena final no es exactamente igual a la primera, vuelve, pero similar. Hay un elemento de cambio expresado en lo generacional. Lo sugiere en la construcción metafórica de ese retorno con cambio. Si en el primer acto hay ciénaga, empantanamiento sugerido, y en tercer acto también, pero hay un cambio importante, los personajes no son los mismos que en la primera escena. Aunque el final queda abierto y no explora el nuevo ciclo sugerido. Además entonces de la estructura narrativa que postula una idea de circularidad, será la estructura dramática la que desarrolla al elemento generacional.

    

Estructura dramática: Anécdota y tema de la película. Retrato generacional y reconstrucción de clima de época.

 

La estructura dramática es otro aspecto original del film. La idea dramática, o anécdota, gira en torno a mostrar acontecimientos familiares cotidianos, de forma íntima, de un grupo familiar del norte argentino a fines de los 90’, exponiendo el clima y  humor de cierta decadencia material y moral por la que atraviesa esa familia. En cuanto al tema de la película va más allá de lo meramente acontecimental de esa intimidad. Lo sustancioso para el profesional de la historia, es reconocer patrones que elevan esa decadencia y humor familiar, a una pertenencia que sobrevuela al plano social, donde se reconocen accionares socio-culturales, económicos y políticos que conciernen a la época. Y aquí radica el poder del film, que es transformarse en una versión de la historia de finales de los 90’, que si puntualizar ni meterse de lleno en señalamientos políticos o económicos concretos, si lo aborda desde la representación sutil en distintas secuencias, por ejemplo: la recesión económica de los últimos años de las políticas del gobierno menemista, que hacían ver la forma de ahorrar hasta en útiles escolares, comprando en mayoristas o cruzando a Bolivia: 1:25,10, el individualismo, cuando la protagonista cae y nadie de los invitados la ayuda 00:6:14, el odio de clase, en la misma secuencia cuando la protagonista se refiere a la criada como “esta india” 1:20:20, 00:7:51, en ésta última escena, el marido, cuando la criada entra buscar un vestido a la habitación de la protagonista, para ayudarla, le dice a la hija “fijate que se llevó” 1:20:20, las minorías sexuales reprimidas: la tensión sexual sugerida por parte de Momi, la hija de la protagonista, hacia Isabella, la sirvienta 00:4:44, 1:23:19, las esperanzas de salir de la asfixia, un viaje a Bolivia 1:11:54, la moral y la hipocresía burguesa: una relación laboral que en realidad es una relación secreta entre el hijo de la protagonista y la amiga de la madre 00:13:57, 1:20:23.

En el plano espacio-temporal, la película transcurre en Salta a fines de los 90’. Durante cuatro días, la acción acontece en una finca cercana a un pueblo fronterizo con Bolivia. Los escenarios son el monte que rodea al pueblo, donde se ubica la finca de una familia burguesa acomodada, pero venida a menos. Los personajes son, la protagonista principal, que es la dueña de la finca llamada La Mandrágora, ella es Mecha (Graciela Borges), vive con su marido Gregorio (Martín Adjemián) y cuatro hijos, de los cuales el más grande José (Juan Cruz Bordeu) trabaja en Buenos Aires y vuelve periódicamente a la finca. Su pareja secreta, que es su jefa en el trabajo, fue además, compañera de la facultad de Mecha y amante de su marido Gregorio. Dos hijas adolecentes de las cuales Momi, es la que lleva una mirada crítica y desafiante. Y un niño que gusta de cazar en el cerro. Por otro lado, Tali (Mercedes Morán) que es amiga y “medio” prima de Mecha, es la antagonista, no sólo porque es de clase media, y vive en el pueblo, sino porque está caracterizada como su némesis. Está casada con Rafael (Daniel Valenzuela) y tiene cuatro hijes. Uno de ellos, Luciano, el más pequeño, será central en el imprevisto del tercer acto. Existe un antagonismo entre las dos familias plasmado en la diferencia de clase y la forma de vida, de actitudes hacia las personas pobres y demás rasgos de pertenencia que, en general, están bien marcadas, sobre todo en el interior del país, por la clase social. El estereotipo de clase juega un papel fundamental para la caracterización y realismo de los personajes: “Las ficciones fílmicas ponen en juego ideas reales, no sólo sobre el espacio y el tiempo sino también sobre las relaciones sociales y culturales” (Shohat, Stam, 2002, p.186). La familia de Mecha, productores de pimientos venidos abajo, cumple con la representación cultural de la alta burguesía salteña afectada por la crisis económica, pero que lucha por mantener cierto status. Cliché de alta burguesía ociosa encontramos en la primer escena del film 00:1:01 y una típica familia en crisis, unida sólo por la apariencia, puesto que, ni el matrimonio -falta de interés, marido borracho 00:6:12, 00:19:02, 1:05:10- peleas entre madre e hija y padre sin autoridad ante el hijo: 1:11:31, 1:03:23: Así, mentiras entre los más grandes, y descuido de crianza para los más pequeños 00:33:55. Marcan un abismo generacional entre padres-madre e hijes. El papel asignado a la criada, sirve para demostrar el maltrato y el odio de clase del matrimonio para con ella, y una relación generacional de cercanía, e incluso amor oculto, de parte de una de las hijas hacia ella. La otra familia, la de Tali, representa todo lo opuesto, familia trabajadora de clase media, también venida abajo, pero muy unidos y solidarios entre ellos y para con la comunidad en general. A partir del incidente del primer acto, se entrecruzan las dos familias y se entretejen distintas microhistorias durante el segundo acto.

La primera secuencia de la película, que es clave para este análisis, introduce al espectador en la finca salteña. Una sucesión de escenas que comienza con un plano general de la tormenta en el cerro, y luego, mientras se alternan los títulos de la película, primerísimo plano de morrones secándose ubica la acción en el espacio, la finca y en el tiempo, una tarde, una reunión informal de amigos burgueses de clase alta. Primerísimos planos de copas con alcohol y hielos, planos cortos -y cortados- de torsos de los invitados moviéndose de un lugar a otro con sus vasos y cigarrillos, parodia de una clase alta atrapada y ebrio en un tedio ocioso y paralizante, mientras se alternan planos en una ciénaga donde un rumiante está atrapado en el lodo, al que darán muerte luego unos niños, entre ellos el hijo menor de Mecha. Planos en el interior de la casa, la habitación de las hijas luce despintada y desprolija para ser de clase media alta. Ellas acostadas incordiosas con calor agobiante. Una tormenta que avanza dinámica pero sigilosa, presta para desatar la crisis detonante del primer acto. La banda sonora aumenta con sonidos de los hielos en los vasos de alcohol, truenos y sillas arrastradas, generan un clima de ahogo en aumento, que explota con la caída de Mecha. Paralizada y ensangrentada y ante la indiferencia total de sus invitados, incluso de su marido, todos adultos de edad similar a Mecha. Solo es ayudada por su hija y la mucama, a las que no deja de maltratar y gritar. Ebria y llena de vidrios exclama a su hija que le traiga un vestido “que esta india me quiere llevar así a la ciénaga” refiriéndose a la joven mucama que la está ayudando. Explota la lluvia, se refugian los invitados y, bajo el agua, sólo queda la servidumbre limpiando.

 

Centralidad de la construcción de la imagen visual-sonora. Los recursos desde la realidad profilmica: Encuadre, planos, angulaciones, iluminación, banda sonora.

 

La familia es retratada magistralmente, pero no es tanto el texto el que marca el tempo, sino que la clave para lograr ese dinamismo-estático que propone el film está en el campo de la construcción visual y sonora. Es esta otra propuesta original: la acción dramática, no recae tanto en el guión escrito de los personajes sino, en la construcción visual-sonora: no es el texto el elemento central que hace avanzar la trama. Admitiendo que “avanzar” en este film encuentra justamente una fuerza a contracorriente, que busca lo contrario, salvo en las dos situaciones de tensión máxima, la narración tiende a crear un clima de estancamiento aparente, de no avance a la manera clásica. Sin embargo, si hay un marcado avance cronológico de la trama, pero es desde la imagen la primacía y la intención de construcción de sentido. Así, esta representación, en este film, encuentra una intencionalidad particular y original para el cine argentino en la época en que fue filmada. Siguiendo a Monteverde podemos analizar que esta intencionalidad se revela:

 

No sólo por las posiciones respectivas en el espacio (distancia, ángulo, etc.) sino también por la elección de las focales, apertura de diafragma, movilidad de la cámara criterios compositivos y de profundidad, etc.” (Monteverde, 2001, p.18).

 

Todo esto compone al encuadre. Y desde el punto de vista de la realidad profílmica: todo lo que se encuentra ante la cámara tiene mucho de particular en este film. La versión de la historia que brinda, gran parte, se plasma justamente en la representación visual y sonora. Para analizar un film se puede seguir lo expuesto por Francisco Cassetti y Federico Di Chio, en su propuesta de buscar una cercanía a la película para captar detalles, pero buscando una lejanía, para no quedar implicado en ella: “Distancia óptima, permite una investigación crítica y a la vez apasionada” (Cassetti, Di Chio, 2007, p.21). Se emprende entonces, un análisis que intenta el reconocimiento: de todo lo que aparece en pantalla, y la comprensión: insertar en un conjunto más amplio lo que parece en pantalla. Para luego describir, recorrer una serie de elementos e interpretar, una reconstrucción personal.

Comenzando por el encuadre, veremos que predominan los encuadres descentrados, donde además, cada plano esta superpoblado en contenidos, y con plano conjunto: es decir, hay dos o más personajes interactuando, se diluye así la figura-fondo. La imagen logra de esta manera una cercanía multicéntrica dónde el espectador no puede fijar la mirada en un solo estímulo que capte todo el plano y la información que brinda. Podemos ver un ejemplo en el plano que comienza en 00:42:26 en la cocina de la casa de Tali, dónde se la ve en un cuadro descentrado junto a su  marido e hijes. Si a esto se le suma un nutrido fuera de campo: la información que está fuera del plano, pero que el público recibe, a través del sonido por ejemplo, como contexto diegético, como es el caso del plano 1:31:49 dónde se suma al sonido de la calle y la canción, aquí se logran un plano poblado, diferentes conversaciones y situaciones en un mismo plano de una habitación. Asombroso resulta la fatídica escena siguiente, el sonido diegético del perro, que sólo se escucha, pero que tiene el poder para desencadenar una tragedia. Otro recurso muy común durante todo el segundo acto son los planos medios y primeros planos donde los cuerpos aparecen siempre cortados, por el encuadre o por objetos que se interponen, paredes (1:35), por el increíble recurso repetitivo de usar las cabezas de los comensales, durante toda la escena de la cena, para tapar parte de los rostros 1:00:35- 1:03:05. Por otro lado el movimiento de la cámara es característico en todo el film. El encuadre de las cámaras en mano, imprimen vida al plano, cercanía con el espectador, aún en planos fijos, la cámara se mueve, por ejemplo en 47:16, dando a la mirada de la cámara el rol de narrador durante toda la película. En cuanto a las angulaciónes, la gran mayoría de los planos se construyen desde una altura y una inclinación (línea del horizonte) de cámara normal, esto refuerza lo anterior en términos de lograr efecto de mirada de cámara, ejemplo: 1:09:52, donde la cámara se pone además detrás de las cabezas de lxs niñes que observan lo que ocurre tras el vidrio del auto. 1:12:48 escena de la charla en la cama de las protagonistas. En las tomas de los dos momentos detonantes, al principio y al final, las angulaciónes juegan con las perspectivas que da el picado, por encima, y contrapicado, por debajo, resaltando el dramatismo máximo del resto de la película como cámara normal y uniendo los dos acontecimientos también por estos elementos.

La reflexión que cabe elaborar es que estos recursos construyen la importancia central de la imagen en la construcción del verosímil histórico, la intencionalidad de la directora es marcada y denota un absoluto control de la composición para generar el clima de tensión y asfixia basados en elementos de la realidad íntima de la cotidianeidad. Es la realidad de esas familias el elemento agónico dosificado y sostenido durante cada secuencia y planos. Es la realidad de esa ficción la que genera empatía y susto, aunque no hay monstruos ni elementos sobrenaturales ni efectos especiales, es el transcurrir de una ficción  sobrecargada de realidad y un estrés de época. Apoyando esto, por la iluminación en los interiores de las casas que usa como fuente a las mismas ventanas y puertas de las habitaciones, por tanto las formas y las posiciones de la luz proyectan ángulos y sombras sobre el mobiliario y sobre los personajes que son aprovechados para ejercer un realismo íntimo y conocido y familiar para los espectadores. Por ejemplo, es la  luz de la ventana la que genera el claro oscuro en la habitación en 1:09 y lo mismo se repite en todos los planos de interiores de las casas por ejemplo 34:05. Lo mismo en espacios abiertos, se aprovecha y potencia la luz natural. Al punto de filmar trabajando con la intensidad de la luz natural del amanecer y el atardecer de los cuatro días del tiempo de ficción que transcurren en la película: Ejemplo: atardecer 1;15:57. Esto es clave para dar dinamismo y movimiento a la trama, los ciclos naturales, potenciados por la decisión de filmar a la “tardecita” con su luz natural, para remarcar que se trata de la “tardecita” y no cualquier horario. Este naturalismo resaltado marca el paso del tiempo más que la trama escrita. Más allá por supuesto del posible uso de elementos de luz artificial para potenciar la naturalidad de la luz. Con respecto a la banda sonora, es un elemento clave para retratar el ambiente psicológico de la película. Muy cuidada al punto de ser constante y fundamental para resaltar al monte, por ejemplo, usando los sonidos que recrean ambiente a un nivel de volumen alto: 34:32. Este recurso es usado durante todo el film, los sonidos son de la fauna que rodea y está presente en la finca, en los caminos, se cuela por las ventanas de las casas. Además, sonidos autos, el sonido del agua, disparos, la tv y como se dijo, el perro. Pero el film no posee banda sonora que no sea diegética, es decir canciones, soundtrack, música de fondo que no esté relacionada con la acción de la película. Sólo tres escenas poseen canciones, pero forman parte de la acción, una es la secuencia dentro del local de ropa, que simula se la música del local y la otra es la escena del baile, que la música de la fiesta, la tercera es una canción folclórica en el cuarto de Mecha que comienza sonar cuando la hija aprieta “play” en la casetera. Una escena muy bien lograda es cuando Tali lleva a su hijo menor al trabajo de su esposo, 50:26. Los sonidos de las soldaduras en un volumen alto, ensordecen a Tali y crean un clima de malestar, se fusiona el sonido estridente con las radiografías de los dientes en arreglo del niño, quien además realiza muecas simulando ser un monstruo mientras muestra sus dientes. Son planos como este los que enfatizan en los niños y jóvenes en la película, dándole un rol fundamental: complementaria y opuesta con respecto a la generación progenitora. La luz del plano es sólo la que proviene de las soldaduras por tanto en los personajes generan sombras y reflejos de destellos, esto le da un drama inusitado a la trama y genera la sensación de que hay algo mal con el niño, es un elemento que anticipa el drama del final. La construcción de la imagen se logra con primerísimos planos, cámara en movimiento y la fusión de sonido ambiente e iluminación natural. Todos estos elementos ayudan en la creación de un realismo donde es la construcción y composición de la imagen, visual y sonora, potencia y dinamiza el relato. 

En la construcción del verosímil histórico, La Ciénaga ofrece algunas singularidades. Rosenstone propone algunas constantes verificadas en el cine que el film de Lucrecia Martel desafía: “La película dramática narra la historia como un relato, con comienzo, desarrollo y final (..) un relato inserto en una visión más amplia de la historia que siempre es progresiva” (Rosenstone, 2017, p.33). En La Ciénaga no, el transcurrir del tiempo parece desdoblarse, y adquirir dos dimensiones, por un lado el relato avanza, los acontecimientos se verifican y progresan durante 4 días y tres noches, pero los pequeños y múltiple conflictos de de los personajes se presentan como atrapados en un presente que no avanza, por tanto tampoco se unen en un final desencadenante. Mientras el/la espectador/a ve el film, la ilusión del presente continuo genera que no haya percepción del transcurrir del tiempo sino estancamiento. La construcción de las imágenes, como ya se analizó vigoriza este tiempo de relato aparentemente detenido. Por tanto no se verifica una idea de progreso lineal clásico. Este recurso es clave porque imprime y retrata un humor social que efectivamente se dio hacia finales de los 90’, antes de la crisis. El estancamiento económico, ideológico, cultural, filosófico se respiraba en las calles, en las familias en la sociedad. El icónico “fin de la historia” de Fukuyama anclaba en el neo-liberalismo menemista. La ideología de la no-ideología política decantaba en ausencia de ideas. Este estancamiento refleja una mentalidad de época. Los personajes están encerrados cada uno en su propia historia en su propio conflicto, no hay comunidad. Los sectores populares están representados en la mucama y su problemática de subsistir, en lo laboral atada a las discriminaciones de la ama de casa. En lo social, la escena de la fiesta, muestra la doble condición, típica de los pueblos de provincia, donde lxs jóvenes de todas las clases están juntos pero separados, incluso con rivalidades. La aparición de la virgen es otro momento donde retrata la esperanza de salvación de las clases populares e incluso en la Momi, hija de Mecha, en el final de la película. La familia de Mecha, la clase alta, venida a bajo, afila su supervivencia cerrándose aún más en la defensa de su propio ombligo, la escena del comienzo ya analizada es icónica como metáfora de la sociedad de la época. Todos los valores de clase está condensados allí, el individualismo, el desprecio hacia el otro, pero la necesidad de tener que usarlo – la mucama, el viaje a Bolivia, la pelea por la mucama en el baile por parte del hijo mayor, el miedo a revelar el amor por parte de la hija hacia la mucama, el maltrato familiar y la disgregación de esta institución de la burguesa-media-alta. Sectores que hasta mediados de los 90’ mantenían un estatus, el miedo a perderlo es la crispación y el estrés de constante de Mecha. El recelo es presentado por múltiples analogías, el temor al  camino a Bolivia, el terror al perro del vecino, la aprensión a decir la verdad, el desasosiego a perderlo todo y caer más bajo todavía en la pirámide social. La película es un constante muestrario de analogías construidas desde lo visual-sonoro para construir un tiempo aparentemente estancado. En cuanto a la familia de Tali, representa a la clase media, aturdida, que intenta sobrevivir en un mundo hostil pero que no puede escapar a la agonía, incluso construye su propia tragedia. Así, la película trabaja estos temas a través de metáforas continuas. Por ejemplo: en 56:29 la escalera está allí en el patio, contra la pared que separa a su vecino. No hay comunicación, sólo los ladridos del perro de vecino. Mientras Tali trabaja la tierra de las macetas, el hijo menor Luciano, se acerca, el miedo al perro del vecino en él pasa desapercibido a Tali quien pone un tutor para la planta, cerca de la escalera, y dice “va a trepar derechito” de pronto entran la hermana y una amiguita y jugando le dicen a Luciano “muerto, muerto” mientras disparan pistolas de juguete, Luciano queda tirado jugando a estar muerto. Pero sobre el final de la película se descubrirá que toda esta escena es una metáfora con intensión circular, ya que lo que ocurre volverá a repetirse, pero de forma distinta.  

 

Pero será en final del film donde la circularidad del tiempo se sugiere de forma directa, aunque sutil. La película termina como comienza, pero con un elemento generacional nuevo. La primera secuencia de la pileta y las reposeras con el monte de fondo vuelve. Con la enorme metáfora de la pileta con agua estancada, esta vez son las hijas de Mecha sentadas en las mismas reposeras, incluso una es arrastrada igual que en la secuencia inicial de la película. El desanimo, el hundimiento y el último plano del film es el mismo que el primer plano: un plano general del cerro que rodea la acción y se ve como un testigo silencioso. Tiene una doble función: le da estatismo, atrapamiento, si la perspectiva es desde lo acontecimental de las personas, y a la vez dinamismo de larga duración, desde una escala mayor. Pero en esta última escena, que evoca a la primera, ya no es Mecha y sus amigos con vasos de alcohol, sórdidamente hundidos en la ciénaga. Son sus hijas, las que están sentadas, abatidas, hundidas. Pero como un sutil detalle, en la mesa no hay ya alcohol, hay una botella de agua. Se puede interpretar una circularidad, que no es un círculo cerrado y repetitivo, hay un cambio, sutil. La nueva generación, no tiene una progresión líneal en su avance, porque vuelve a la ciénaga, vuelve a la primer secuencia, pero no será igual que la anterior, aunque aún envueltas en la misma sordidez, ya son semillas, posibilidad de futuro. Quien encarna esta voz es Momi, encarnando la próxima generación con final abierto al mismo estancamiento o, por su carácter desafiante, al cambio. Sólo al final del film es posible ver que, lo que se sugiere y se experimenta durante la película como un tiempo detenido, en realidad, siempre ofrecida en clave de metáforas, será una fase lenta pero dinámica del despliegue de un tiempo circular, generador de pequeños cambios, imperceptibles. La película termina con la desazón de la nueva generación, pero hay cambios. Y deja abierto cual será su accionar, como semillas que nacen y sufren el presente, pero que germinan en el futuro.

  

Conclusiones


La película se estrenó en Argentina en marzo del 2001, en diciembre del mismo año, el estallido social haría explotar el orden institucional del país. Por tanto, es una película hecha durante un clima de crispación social en ascenso, donde todavía no se vislumbraba una salida a años de hundimiento propiciado por las medidas de política económica desarrolladas en la introducción de este trabajo.

 

Las políticas neoliberales produjeron decisivas transformaciones en las estructuras sociales de nuestros países (…) un importante empobrecimiento de la clase obrera urbana (…) incremento del desempleo, de la pobreza y de la desigualdad social (Ansaldi, 2006, p.555).

 

Tomando como basamento las perspectivas tanto de Ferro: las películas como un recurso de la historia para un acercamiento socio-histórico, y de Rosenstone: los films como versiones de la historia, se puede plantear el uso de films como fuente del pasado y su posibilidad de problematización para interpelar al presente. Al momento de filmar la película no había una intensión de la directora de recrear un pasado, sino de mostrar un presente, el de fines de la década del 90’. Pero si bien, no es una película originalmente pensada como histórica y no se inscribe en ninguna de las tradiciones propuestas por ejemplo por Hueso: historicismo, tradición romántica, visión marxista o nueva historia (Hueso, 1991), su valor histórico se ha ido construyendo con el paso de los años. Desde los múltiples ejemplos de escenas de la película presentados en este trabajo se puede observar que La Ciénaga logra convertirse en una fuente de valor histórico para indagar sobre el clima de época previo a la Crisis del 2001. Se constata la construcción de un verosímil histórico desde su estructura dramática y su anécdota, que permite elevarla a una temática social, pues lo acontecimental de la trama no queda atrapado sólo en un personaje, sino que se verifica que esos rasgos individuales, lo meramente psicológico, son en realidad característicos de elementos y conductas sociales de la época. Es trabajo del historiador, para la investigación o para la docencia, encontrarlos y tomarlos como fuente representativa del contexto histórico particular. Y aquí está el valor de La Ciénaga como herramienta para la profesión. Se registraron en este trabajo varios elementos con los que la directora construyó el verosímil histórico: en primer lugar, la originalidad de la estructura narrativa que no configura una progresión de tiempo lineal clásica: introducción, nudo y desenlace. Sino que propone dos puntos de tensión máximo y en  medio, microhistorias paralelas y conectadas. El último punto de tensión es inesperado, es decir, no es un desenlace que surge del acontecer anterior. En segundo lugar, los recursos desde la realidad profílmica                 -encuadres, planos, angulaciones, iluminación, banda sonora- adquieren una papel central, en la construcción de la versión de la historia, no está en un plano secundario para reforzar el guion textual de los personajes. Estos dos elementos, más la propuesta de la estructura dramática, nutren y construyen la idea metafórica que, desde el mismo nombre de la película, sugiere llevar al espectador a un clima de tiempo hundido, pantanoso, que logra, además, enlazar con lo que acontecía en el plano espacio temporal del país. Es decir, logra conectar, con el humor social de época: la Argentina previa al desencadenamiento de la Crisis del 2001. 

Para finalizar, el otro punto de análisis de este trabajo refiere a la posibilidad, dada por los componentes metafóricos de la película, de analizarla bajo la concepción de un tiempo circular. El film no sólo es fuente a explorar para ilustrar el clima de época neoliberal de los 90’, sino que también es atrayente por su exploración temporal, como una obra artística que rompe con el esquema clásico del tiempo lineal. Y esto no puede ser ajeno a los historiadores. Una película que pueda permitir pensar una versión del tiempo circular, como la que tienen, o han tenido, culturas distintas al Occidente Moderno, no puede ser dejado de lado. La construcción de la imagen visual-sonora ligado al discurso metafórico como herramienta para contar la versión de la historia en este film, es el otro plato fuerte que ofrece esta película. Y como lo metafórico admite variadas interpretaciones. Vemos primero la que habla de un tiempo detenido:

 

El estancamiento en el que se sume el tiempo de la historia, en sintonía con el agua mohosa de la pileta y el fango de la ciénaga en el cerro, refuerza la idea de decadencia a la vez que da cuenta de la imposibilidad de salir de dicho círculo. Sobre estas “ruinas temporales”, como las llama Aguilar, se torna imposible erigir cualquier emplazamiento (Verardi, 2013, p. 19).

 

Pero aquí otra conclusión, que no se opone a la interpretación del tiempo detenido, sino que eleva ese tiempo detenido a la categoría de momento dentro de un transcurrir cíclico. Entonces, el estancamiento no es tal, si se analizan indicios de movimiento que sólo cobran sentido cuando llega la/el espectador/a al final del film, se encuentra allí una posibilidad de constatar que ese tiempo pantanoso, puede ajustarse, en realidad, a ser interpretado como parte de un movimiento cíclico. Y los agentes del movimiento son en este film, las generaciones jóvenes de las familias, que si bien están inmersos en la ciénaga metafórica, tienen su propio camino e imprimen posibilidad de dinamismo. Y durante la película se ofrecen huellas de esta distinción. La mirada de Luciano que se eleva por la escalera en la escena con la madre y las plantas 58:53, la escena de pesca y juego grupal de los jóvenes en el rio, donde se mezclan las clases sociales en pos de un objetivo 54:33, la escena de la fiesta en el pueblo 44:50, son indicios de movimiento, cambio y dinamismo, que rompen con la quietud y hundimiento del mundo adulto. Como el film no construye una progresión lineal clásica, es posible observar la trama desde una visión circular, donde el mundo detenido de los adultos, es un ciclo, que parece atascado. Pero hay un elemento de cambio presente en la película, lo generacional, la juventud, que avanza con su propia lógica, cuando el ciclo de los adultos termine, con el correr natural del ciclo de los días y noches, el ciclo vuelve a comenzar, pero nunca será igual. Desde la óptica china, el Yin crece hasta alcanzar un punto máximo, luego del cual decae. Cuando estaba en el punto máximo, el elemento Yang estaba pequeño, pero éste iba ya creciendo a medida que el Yin decrecía, hasta alcanzar el punto máximo, y aquí el yin ya se encuentra disminuido, y así sucesivamente. En la ciénaga detenida donde están los adultos, los jóvenes están en una etapa disminuida, pero no detenida. El recambio generacional mismo está planteado en la última escena: las hijas de Mecha, abatidas, pero tomando la posta. Se puede ver una metáfora aquí. La película además cierra con final abierto, por lo que permite que el espectador especule sobre cuál será el camino a seguir de la nueva generación. Salir de la ciénaga de los adultos es una posibilidad. Un nuevo ciclo está sugerido. Para captar una visión circular de la historia hay que tener una escala temporal amplia, en la sucesión de ciclos se ven los pequeños cambios que arrojan, si se mira dentro de un solo ciclo hay estatismo. Po otro lado, la mirada del cerro es importante como metáfora para darle una escala mayor en la cual transcurre lo acontesimental pequeño. El espectador lo puede inferir como el devenir mismo del Wu Chi, ya que el vacío es parte de la realidad y actúa permanentemente. Otro elemento que marca lo cíclico es el naturalismo. La presencia contante de la naturaleza en el film, desde lo visual hasta la banda sonora, da un marco de interpretación en este sentido. Hay ciénaga, pero hay sucesión de días y noches, hay continuamente, y a un volumen alto, miles de sonidos de aves e insectos, plantas y montes que no están en la ciénaga, aunque construyan, en un tiempo humano psicológico, una quietud sofocante. Si se amplía la escala, a la historia de la larga duración de Braudel, se ve el devenir del Wu Chi, se mueve a través de la expresión del Yin-Yang que crea las 10 000 formas de la naturaleza: “De Tao nace Uno; de Uno Dos; de Dos, Tres; Tres da origen a las diez mil cosas. Las diez mil cosas contienen en su seno al Dos, como fuerzas opuestas que se unifican en armonía en el movimiento” (Wilson, 2012, p.104). La naturaleza expresa movimiento, transformación, dinamismo cíclico que lleva en su ceso al Wu Chi. Es todo lo opuesto a un tiempo detenido. El cerro supo ver a Mecha alcoholizada y abombada, y ahora ve a sus hijas abnegadas, pero no ebrias, hay dos ciclos y hay un cambio sutil, pero un cambio posible.

Por tanto y para concluir, si se puede de-construir la mirada occidental de un tiempo lineal, acontecimental, se abre otras posibilidades de interpretación como la que tiene el taoísmo chino, su concepción del tiempo circular. Si conocemos el planteo cultural que involucra al Wu Chi y que configura la realidad y su devenir en el cambio permanente y cíclico, con esta concepción de la historia, se puede analizar las múltiples metáforas del film La Ciénaga encuadrándolas dentro del tiempo circular, no lineal y progresivo hacia, sino simplemente acontecer, cambio y nuevo ciclo. No hay un fin que alcanzar y llegar para concluir. Tampoco hay un tiempo detenido, sino fluir constante de transformación cíclica. Si el pantano es visto desde la óptica del Mecha, entonces hay ciénaga, pero si el pantano es visto desde la óptica del monte con el que empieza y termina la película, hay movimiento circular, el monte ve pasar a las generaciones, no hay entonces estatismo, hay cambio. Desde la perspectiva eurocentrista, el motor de la historia se realiza: ya sea en la lucha de clases de las filosofías de izquierda, o en el orden y el progreso de las filosofías de derecha, ambas posturas se encuentran en una versión lineal de la historia, dialéctica, con un fin último a alcanzar. Esto es algo que esta película rompe, desde distintas herramientas antes descriptas. Brinda varias microhistorias que ocurren en paralelo y que no van hacia. Además, construye efectiva y magistralmente una idea de aparente estancamiento y detención del tiempo en la metáfora de la ciénaga. Pero desde la perspectiva oriental, el motor de la historia es el Wu Chi materializado en el Yin-Yang a través del movimiento sin forzar de Wu Wei, es decir: el motor de la historia es el cambio permanente, por el fluir de los opuestos complementarios, y que por tanto, renace en múltiples ciclos de oposición, complementariedad e interdependencia. No hay un fin último al que llegar y nunca hay estancamiento. Si algo está atravesando por una etapa Yin, está preparando su etapa Yang. La Ciénaga puede analizarse como metáfora de detención pero también de transformación en un marco más amplio sugerido, por metáforas, en el mismo film. El estancamiento de Mecha fue sólo un movimiento hacia el cambio generacional.

Entonces, el film La Ciénaga resulta tan útil como fuente para indagar en la sociedad de fines de los 90’ como para aplicar una concepción de tiempo circular.

Conocer otras formas culturales de análisis, como por ejemplo, la china, propuesta en este trabajo, es accionar en pos de construir una verdadera mentalidad despierta a un mundo, no hegemonizado por una sola visión, sino a una compleja multi-polaridad.   

  

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[1] Discípulo de Lacan, miembro de la Academia Francesa y Profesor del Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de la Universidad de Paris




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